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Soja, la gran aliada de la mujer. Propiedades y beneficios

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La soja (Glycine max (L.) Merr) es nativa del norte y centro de China desde donde se extendió por todo el sudeste asiático. Se tiene referencia de su existencia desde hace más de 5.000 años y se ha documentado su uso como alimento desde 2.800 a.C.
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María José Alonso Osorio
Vocal de plantas medicinales y homeopatía del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona de MAPFRE

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La soja (Glycine max (L.) Merr) es nativa del norte y centro de China desde donde se extendió por todo el sudeste asiático. Se tiene referencia de su existencia desde hace más de 5.000 años y se ha documentado su uso como alimento desde 2.800 a.C.

La soja ha constituido el principal aporte de proteínas en los países de origen. De hecho se le conoce con el apelativo de “carne de los campos” ya que se ha utilizado como sustituto de la carne. En América fue introducida a través de Estados Unidos en 1765, aunque su gran expansión se inicio en 1840. Su difusión en el mundo occidental se produjo a principios del siglo XX.

La planta de soja y su historia

La soja es una planta anual de la familia de las leguminosas o papilionáceas a la que pertenecen también otras legumbres como el garbanzo, el guisante y la judía. Llega a crecer hasta 1,5 m de altura. Tiene tallos erectos vellosos, con aspecto marronáceo y las hojas son alternas con tres foliolos ovalados y pedúnculos cortos. El color de las flores puede variar del blanco al violáceo y se agrupan en racimos. Los frutos son las legumbres, que pueden medir hasta 7 cm de largo y cuyas vainas contienen de una a cuatro semillas (judías de soja) en su interior.

La soja y su cultivo aparecen en las leyendas japonesas y chinas más antiguas. La tradición japonesa recoge en su mitología que las islas fueron creadas después de una larga guerra entre dioses y en este mismo relato se citan los “cinco granos sagrados” dados por los dioses: soja, cebada, arroz, mijo y avena, que constituyen desde el pasado su alimento primordial. Según un antiguo dicho japonés, el que cultiva soja tiene carne, leche, queso, pan y aceite. Que la soja tiene un alto valor nutriente lo corrobora la investigación científica ya que es un alimento que contiene proteínas, hidratos de carbono y grasas, vitaminas y minerales. También la mitología china relata que la soja es el gran regalo del dios de la agricultura que les dio esta valiosa legumbre para asegurar su supervivencia. El primer escrito sobre soja que se conoce aparece en China en el año 2.383 a.C. en el famoso libro de medicina: «Peng Tsao Gong Mu”, durante el reinado del emperador Sheng Ming.

Soja, la gran aliada de la mujer

La soja, además de los nutrientes antes descritos, contiene en su proteína unas sustancias llamadas isoflavonas (genisteína, daidzeína, gliceteína) que presentan una estructura química parecida a la de los estrógenos femeninos y que resultan muy útiles para aliviar los síntomas de la menopausia como las sofocaciones, favorecer la salud cardiovascular al ayudar a controlar el colesterol y que pueden ser un buen tratamiento complementario para la prevención de osteoporosis. La acción de las isoflavonas se estudió después de constatar que las mujeres de países asiáticos como Japón y China, donde el consumo de alimentos de soja forma parte importante de su dieta diaria, presentan una menor incidencia de trastornos relacionados con la menopausia. El hecho de que no eran la raza ni la situación geográfica los factores determinantes se comprobó en un estudio, realizado en Estados Unidos, entre las mujeres de población asiática, donde se vio que las que conservaban sus hábitos alimenticios de origen seguían presentando menor incidencia de trastornos en la menopausia, mientras que aquéllas que se habían adaptado a la dieta americana presentaban la misma incidencia que el resto de mujeres estadounidenses.

Otro componente útil de la soja es la lecitina, que resulta de utilidad como complemento de los tratamientos para bajar los niveles de colesterol. La lecitina se encuentra en la parte grasa de la soja y no en la proteína como sucede con las isoflavonas.

Cómo tomarlo

Las isoflavonas de soja pueden integrarse en el organismo a través de la alimentación. Productos a base de proteína de soja, como la propia legumbre, la leche o el tofu, pueden aportar cantidades significativas de isoflavonas. Otras legumbres como los garbanzos, los guisantes y las judías también aportan isoflavonas, aunque en menor cantidad. Sin embargo, las mujeres occidentales para obtener una cantidad de isoflavonas equivalente a las asiáticas a través de la dieta tendrían que cambiar por completo su forma de alimentarse, lo cual tampoco resultaría útil pues, por ejemplo, la dieta mediterránea constituye una dieta muy saludable que promueve la salud a nivel global. Sin embargo, puede ser saludable incorporar a la dieta mediterránea habitual ciertos productos derivados de la soja, aunque se hace difícil calcular la cantidad de isoflavonas que pueden aportarse diariamente de esta manera y se necesita un mínimo para obtener sus beneficios.

Cuando se trata de prevenir o paliar los síntomas de la menopausia es más útil administrarla en forma de cápsulas de extractos estandarizados en isoflavonas, ya que de esta forma se asegura un consumo constante y homogéneo de las cantidades necesarias para que sean eficaces. Se calcula que las dosis eficaces son las equivalentes a 40 a 80 mg de isoflavonas diarios.

Isoflavonas y flora bacteriana

Para que las isoflavonas sean eficaces, tanto si se obtienen a través de la dieta o de extractos estandarizados, deben ser transformadas en sustancias activas a través de la flora bacteriana, por ello mujeres con mala flora bacteriana son “malas metabolizadoras” y en ellas los productos con isoflavonas resultan poco eficaces. Esto, sin embargo, puede revertirse tomando simbióticos, es decir, productos con probióticos y prebióticos que ayudan a recuperar la flora bacteriana. El aporte de fibra tiene también una acción beneficiosa sobre la flora bacteriana, por lo que se recomienda una alimentación rica en fibra.

Se recomienda tomar los productos a base de isoflavonas con una comida, para favorecer su metabolismo.

Contraindicaciones e interacciones

Debido a que su estructura química es parecida a la de los estrógenos, en la menopausia no deben tomarse productos a base de extractos ricos en isoflavonas junto con Tratamiento Hormonal Sustitutivo. Tampoco deben tomarse en caso de tratamiento con los medicamentos de tratamiento de cánceres hormonales (como el de mama o de útero).

Aunque algunos estudios apuntan a que las isoflavonas pueden proteger contra ciertos cánceres, a falta de estudios más concretos, no se recomienda su uso en mujeres con historia de cánceres o tumores hormonales.

Efectos indeseados y recomendaciones

En general, los preparados a base de isoflavonas suelen ser muy bien tolerados, aunque a algunas personas les puede producir trastornos gastrointestinales leves (gases, diarrea).

Debe usarse con precaución en personas con trastornos de la coagulación y de la función tiroidea ya que pueden modificar el efecto de los medicamentos que se utilizan para su tratamiento, por lo que en estos casos se recomienda que consulten con su médico.

En caso de duda o si se toma medicación crónica, debe consultarse con el médico o con el farmacéutico.

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Lo que debes saber…
  • La soja resulta muy útil para aliviar los síntomas de la menopausia.
  • Incorporar a la dieta mediterránea productos derivados de la soja podría ser saludable pero es más útil administrarla en forma de cápsulas de extractos estandarizados en isoflavonas.
  • La estructura química es parecida a la de los estrógenos por lo que, en la menopausia, no deben tomarse productos ricos en isoflavonas junto con Tratamiento Hormonal Sustitutivo.
Publicado por María José Alonso Osorio
- 30 Jul, 2021
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