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El arte de broncearse la piel sin riegos para la salud

Mujer con gafas de sol sonríe cara al sol sujetando su sombrero
5 Min de lectura
Cuando se acerca el verano sólo pensamos en dietas milagrosas y en ponernos morenos a toda costa. Pero las radiaciones solares son un peligro para nuestra piel a corto, medio y largo plazo.
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Si desde el sector médico insistimos tanto en los cuidados de la piel y hacemos hincapié en la prevención a la hora de broncearse no es por hablar de algo. El peligro existe y sus manifestaciones pueden ser graves. Ponerse moreno es un todo arte con dos reglas básicas: poco a poco y utilizando filtros.

Las radiaciones solares y su efecto sobre la piel

El deseo de broncearse conduce, la mayoría de las veces, a exposiciones súbitas y repetitivas a la exposición solar, provocando efectos no deseados en la piel, que van desde simples degradaciones estéticas (envejecimiento prematuro, alteraciones de la pigmentación) hasta elastosis y melanomas. No hay que olvidar que las radiaciones solares producen unos efectos negativos que son acumulativos y sobrevienen una vez se ha traspasado la dosis umbral.

El capital solar

La piel dispone de unos mecanismos de protección interna que permiten reparar las alteraciones provocadas por las exposiciones solares demasiado intensas. El conjunto de mecanismos de defensa y adaptación frente a estas agresiones solares constituye el capital solar individual. Este capital será mayor o menor en función de varios factores como son los factores genéticos, el tipo de piel, etc…
Cuando estos mecanismos de defensa se ponen en marcha, la piel consume «melanina», queratina y vitaminas antioxidantes; estas sustancias se reponen a medida que se van utilizando, hasta llegar un  momento en que el envejecimiento prematuro de los sistemas hace que se agoten. Los abusos en la exposición solar consumen más rápidamente el capital solar; se calcula que el 80% de las personas, agotan antes de cumplir veinte años su capital solar.

Filtros solares

Frecuentemente ocurre que la cantidad de radiación que llega a nuestra piel supera sus posibilidades de defensa, por lo que necesitamos de una protección adicional. Esta protección nos la proporcionan los «filtros solares». Para elegir el más apropiado a cada tipo de piel utilizamos el concepto de «factor de protección», el cual mide la eficacia de un filtro solar y nos da idea del tiempo que una persona puede estar al sol sin quemarse cuando se lo aplica sobre su piel.
La piel dispone de unos mecanismos de protección interna que permiten reparar las alteraciones provocadas por las exposiciones solares demasiado intensas.

Factores de protección

Los factores de protección solar, FPS o simplemente FS (en inglés SPF), miden la protección frente al «eritema solar» producido por la radiación UVB. Para calcular la protección que sería adecuada a cada tipo de piel, es necesario relacionar la cantidad de radiación necesaria para provocar un eritema, mínimo invisible, empleando filtro solar y sin protección aguda.

El FPS se calcula dividiendo la dosis mínima que ha provocado eritema sobre la piel protegida entre la dosis mínima que ha provocado eritema en la piel sin proteger.

El índice de protección (IP) es la pigmentación inmediata producida por la radiación UVA. Su cálculo se establece a partir de la división entre la pigmentación inmediata, mínima, en una piel protegida y la pigmentación, inmediata, mínima en la piel sin proteger.

Tiempos de exposición solar

Si multiplicamos el tiempo obtenido en la medición anterior por el factor de protección aplicado, obtendremos el tiempo que podemos estar al sol sin problema. Utilizaremos un índice de protección mayor cuanto más tiempo vayamos al sol.

Los fototipos

No todos los individuos responden de igual forma a una radiación ultravioleta; su resistencia al sol vendrá dada por su capital solar, la cantidad de melanina que se tenga y por el código genético, por ello se ha establecido una clasificación atendiendo a la tipología cutánea de los individuos.

Los fototipos cutáneos se han estructurado en seis grupos, numerándolos en grado ascendente según la capacidad de resistencia a la radiación solar.

Por último, cabe indicar que además del distinto comportamiento de las diferentes pieles a la radiación ultravioleta, hay diversos factores que pueden influir sobre su intensidad.

Estos factores deben de tenerse en cuenta a la hora de estimar los valores de los factores de protección solar, y son los siguientes:

  • Latitud: la intensidad de la radiación solar se hará mayor cuanto más próximo se encuentre el Ecuador.
  • Altitud: la intensidad de la radiación solar aumenta en proporción directa a la altura. Así cada 500 m que se incrementa la altitud, sube un 7,19% la intensidad.
  • La estación del año: en verano, el ángulo con el que los rayos solares se inclinan sobre la tierra es mayor, por lo que también en esa época la intensidad se incrementa.
  • La hora del día: entre las 10 y las 16 horas se recibe la mayor intensidad de la radiación solar.
  • Reflexión de la luz: la reflexión hace que aumente la cantidad de radiación; así la nieve y las superficies blancas o brillantes, pueden reflejar de un 70 a un 90% de los rayos. La arena de las playas refleja aproximadamente un 25% de la radiación ultravioleta incidente. Igualmente el agua refleja una cantidad importante.

Otros factores como las nubes, la niebla y la contaminación deben igualmente tenerse en cuenta.

Decálogo solar

Para terminar citaremos 10 claves fundamentales para obtener todos los beneficios del sol, evitando sus riesgos:

  1. Las exposiciones solares serán breves, pudiéndose ampliar de forma progresiva.
  2. Elegiremos el factor de protección con arreglo a nuestro fototipo de piel, aplicando el producto al menos veinte minutos antes de la exposición solar.
  3. Renovaremos la aplicación del protector solar cada dos horas y después de cada baño si el producto no resiste el agua.
  4. Se evitará tomar baños de sol entre las 12 y 16 horas solares.
  5. Hay que extremar las precauciones en el caso de niños y adolescentes. A los menores de seis meses no se les expondrá al sol directo.
  6. No se permanecerá estático bajo el sol más de cinco minutos. Los efectos de los rayos UV son menos nocivos en movimiento.
  7. Algunos perfumes y algunos fármacos producen reacciones de fotosensibilidad sobre la piel.
  8. Los ojos se deben proteger siempre, bien con gafas de sol cuyos cristales filtren el 100% de la radiación ultravioleta, o con lentillas especiales de las mismas características.
  9. Después de los baños solares se aplicarán productos hidratantes, calmantes y regeneradores cutáneos.
  10. Es esencial tomar una gran cantidad de líquido (agua, zumos y otras bebidas refrescantes no alcohólicas) para prevenir la » deshidratación»

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Publicado por Blog Salud MAPFRE
- 3 Nov, 2021
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