En el coche
Viajar con una mascota en un coche puede ser un elemento de distracción para el conductor, llegando a comprometer la estabilidad del vehículo. Por eso, conviene extremar las precauciones y cumplir con las obligaciones establecidas para cada uno de los casos, según el tamaño del animal y el tipo o el número de mascotas transportadas:
- Redes: indispensables para separar la zona del conductor de los asientos traseros, donde debe ir el animal. Así, nuestra mascota no tendrá posibilidad de acceder a la zona delantera, lo que podría ocasionar graves problemas. Con este sistema, se libra al animal de tener que viajar en una jaula o espacio reducido.
- Jaula: su uso solo está permitido en los coches. De gran utilidad para transportar, por ejemplo, perros de gran tamaño.
- Transportín: Solo sirven para animales de pequeño o medio tamaño, y deben anclarse al coche para que la carga no vuelque como consecuencia de las curvas o ante los desniveles del terreno.
- Correa de cinturón: Se trata de una correa cuyo enganche se puede fijar al cinturón del vehículo. Además, se debe completar la sujeción con un arnés de seguridad.
En la moto
- Transportín: Sólo se puede usar en la parte trasera de la moto, y siempre bien anclado al vehículo. Su interior debe estar acolchado para que la mascota no sufra daños.
- Peto: Ideal para llevar mascotas de tamaño reducido. Se trata de una especie de mochila que se coloca por delante y en cuyo interior viaja el animal como si de un bebé se tratase.
- Bolsa sobre depósito: Son unas bolsas especiales que permiten que el animal asome la cabeza por su abertura superior y en su interior hay perforaciones para que el contenido transpire. Se fijan a la moto con ayuda de unas correas. Sólo son aptas para mascotas de hasta ocho kilos de peso.
- Mochila: lo ideal es escoger aquellas que dispongan de arneses en su interior para sujetar a la mascota.
En el avión
Antes de elegir el modo de transportar a nuestra mascota, hay que tener en cuenta que en la mayoría de los casos, los animales que viajan en avión lo hacen en la bodega, a no ser que el animal (y el transportín) no supere los ocho kilos de peso, en cuyo caso pueden volar en cabina. Antes de iniciar el viaje, conviene confirmar esta posibilidad con la compañía aérea, ya que cada una establece unos límites diferentes.
Aunque los trayectos en avión suelen ser más cortos que en otros medios de transporte, pueden resultar muy estresantes para el animal, ya que en la mayoría de los casos lo hará lejos de su dueño. En los viajes largos, además, pueden llegar a padecer ciertas molestias similares a nuestro jet lag. Por este motivo, conviene elegir vuelos directos, sin escalas, y en la medida de lo posible, evitar las fechas en las que los desplazamientos son masivos. Lo que nunca hay que hacer es sedar al animal: podría originarle problemas cardiacos y respiratorios, además de falta de equilibrio, lo que podría causarle daños si no va debidamente sujeto.
Las razas de perro consideradas potencialmente peligrosas, deben llevar puesto el bozal siempre, incluso cuando estén en el transportín dentro de la bodega.
En el tren
En general, los trenes permiten la entrada de los animales siempre y cuando no supongan un problema para el resto de viajeros, que pueden ejercer su derecho de oposición en cualquier momento. Si alguno de los vecinos de viaje se queja de las molestias que pueda causarle el animal, la compañía puede obligar al animal y al dueño a cambiar de vagón o, incluso, a abandonar el tren.
Sin embargo, los de media y larga distancia solo aceptan animales que no superen los diez kilos de peso y siempre y cuando viajen dentro de un transportín. Los perros, por su parte, deben llevar bozal y correa.
En el barco
Aquí, los animales viajan en una parte del barco destinada para ellos, donde ocuparán una de las casetas o jaulas individuales de las que disponen. Aunque suele tratarse de viajes largos, este medio de transporte permite, la posibilidad de visitar al animal e, incluso, sacarle a pasear por la cubierta. Si el animal no supera los seis kilos de peso, en algunos casos, puede viajar junto a su dueño y siempre dentro de un transportín.
Los perros guía: sin límites
En cualquier caso, no hay que olvidar que nuestra mascota compartirá trayecto con otras personas, por lo que conviene ser previsor y contar con un seguro para animales que cubra, al menos, la responsabilidad civil del asegurado en caso de que el animal ocasione algún daño.