La 66 edición del Salón del Automóvil de Fráncfort abrió al público en el mes de septiembre con un récord histórico de participación: 210 estrenos mundiales, al margen de las novedades para el mercado europeo, y 30 estrenos para el mercado alemán. Aunque estas cifras suponen un récord de presentaciones y el sector intenta transmitir optimismo, el contexto se ha complicado en los últimos meses, fruto de las incertidumbres de China, que ha recortado en un millón de coches su previsión de ventas.
Por su parte, todos los mensajes de esta nueva edición del certamen se centraron en el valor de la conducción conectada y en la comunicación del automóvil con el entorno. Y es que, las nuevas tecnologías y la conducción autónoma han llegado a uno de los salones más importantes en cuanto a novedades del sector, desde hace décadas, que alterna en los años pares con el Salón de París.
El salón contó con 1.103 expositores de 39 países, que llenaron 230.000 metros cuadrados, y su lema “Mobility connects” dejó entrever toda una declaración de intenciones sobre hacia dónde se dirige la industria automovilística, con comunicaciones cada vez más avanzadas entre el vehículo y los otros vehículos, la carretera y el exterior, a través de Internet. Como recordó el presidente de la Asociación Alemana de Fabricantes de la Industria de Automoción, Matthias Wissmann, “hoy el 25% de los vehículos nuevos tienen conexión a Internet; dentro de dos años serán el 80%”.
Al margen de Alemania, los cuatro principales países mejor representados en la pasada edición fueron China, Corea del Sur, Reino Unido e Italia. Además, se produjo un hecho muy esperado para todos: el resurgir de la marca Borgward, inactiva desde 1965, con un nuevo SUV.