Tradicionalmente siempre han existido las ruedas de invierno y de verano, aunque en los últimos tiempos, gracias a los avances también se ha desarrollado otro modelo de neumáticos que se puede utilizar durante todo el año. Dado que esta parte del coche es una de las más importantes porque supone el único punto de contacto con la carretera, conviene prestarle la atención que se merece.
Ya sabemos que para circular con la máxima seguridad es crucial que los neumáticos estén en perfecto estado. Solo de esta forma pueden funcionar correctamente tanto para aportar confort durante los desplazamientos, como para sujetar el peso del coche, evitar virajes en la dirección, frenar con plenas garantías y rodar con la suficiente adhesión al asfalto. Por ello, si el clima cambia radicalmente de unas épocas del año a otras en la zona por donde te mueves habitualmente, presta atención a las ruedas de tu vehículo para que la lluvia, la nieve o las altas temperaturas no sean un peligro durante la conducción.
Diferencias entre ruedas de verano e invierno
En algunos países del norte de Europa, colocar ruedas de invierno y verano según la estación del año es obligatorio. En nuestro país, no se trata de una práctica regulada por la ley, aunque ello no significa que no sea recomendable. Pese a que un gran número de vehículos suelen circular con los mismos neumáticos durante todos los meses, lo correcto es disponer de dos conjuntos de ruedas diferentes para colocar en las épocas más extremas.
Es aconsejable cambiar a las ruedas de invierno cuando la temperatura comienza a descender por debajo de los 7 grados y las carreteras se mojan por las lluvias, las heladas o la nieve. La principal característica de estos neumáticos son la mayor estabilidad y adherencia a la carretera. Además, si el coche tiene instalados este tipo de neumáticos, no es necesario colocar también las cadenas para la nieve.
Por otro lado, los neumáticos de invierno ayudan a evitar el efecto aquaplaning, tan frecuente cuando se producen fuertes lluvias. Gracias a las laminillas especiales y su diseño, estas ruedas ofrecen una mayor capacidad de tracción y pueden evacuar el agua más fácilmente.
Respecto a las ruedas de verano se caracterizan por incorporar un caucho menos flexible y más duro que las de invierno. Por ello, si se utilizan durante la época de frío, sus prestaciones y adherencia se reducen considerablemente. Su diseño favorece que experimenten un menor desgaste durante los meses con las temperaturas más altas, algo que se traduce en un consumo inferior y la reducción del ruido al rodar. En caso de utilizar neumáticos de invierno en la época estival, se origina una degradación superior como consecuencia del calor.
¿Dónde guardar y cambiar las ruedas de invierno y verano?
En algunos casos es posible encontrar centros de almacenamiento de neumáticos gestionados por talleres mecánicos, aunque si no tienes cerca ninguno, puedes optar por guardar las ruedas en casa. Es fundamental limpiarlas previamente con agua y dejar que se sequen por completo para meterlas en una bolsa opaca, fuera del alcance de los rayos del sol. Se debe elegir una zona seca, con una buena ventilación y ambiente templado, preferiblemente sobre una estantería en lugar del suelo. Es muy importante mantener los neumáticos alejados de sustancias químicas, materiales cortantes, fuentes de calor, etc., para encontrarlos en perfectas condiciones en la siguiente temporada.
Para cambiar las ruedas de invierno y verano, lo más aconsejable es acudir a un centro especializado donde ofrezcan las máximas garantías de calidad y seguridad. En muchas ocasiones se tiende a pensar que esta combinación de neumáticos supone un gran desembolso, pero la realidad demuestra que se trata de una buena inversión. Hay que pensar que el coste adicional se compensa por la inactividad de cada conjunto durante 6 meses aproximadamente, por lo que se alarga su vida útil.