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Lavar ropa cuidando la lavadora

El blanco es el color de la pureza y del amor. También es un color que combina fácilmente con toda la gama cromática y es por esta razón por la que es muy usado en prendas de moda. Sin embargo, el uso excesivo de una ropa clara puede hacer que la sudoración impregne la tela y que aparezcan esas llamativamente antiestéticas manchas amarillentas. Esto es lo cotidiano y hay que sumarle los accidentes del día a día: tinta, vino y hasta la propia polución… Con todo eso, es normal que te esfuerces en conseguir el blanco más radiante, pero, muchas veces, esto afecta al rendimiento de tu lavadora. Esto no sólo puede hacer que “deje de lavar”, sino que podría llegar a provocar desperfectos, como obstrucciones que desencadenen fugas de agua, que incluso afecten a tus vecinos.

Contrariamente a lo que la gran mayoría piensa, las manchas amarillentas que se hacen, sobre todo en las axilas, de las prendas de color claro no son debidas al sudor. En realidad, se trata de los restos que quedan de la reacción causada por el contacto entre un desodorante con base de aluminio y la piel humana. De allí que el tratamiento que elijamos para la ropa en estos casos tenga que ser “agresivo” con el aluminio y, ¡cuidado!, muchas lavadoras tienen piezas hechas de este elemento u otros similares.

¿Y si te dijésemos que cuidar tu lavadora en realidad pasa por cuidar tu propia piel? Para minimizar el tamaño de las manchas achacadas al sudor y hacer más fácil una limpieza posterior sin que tu centro de lavado sufra estragos, es aconsejable usar antitranspirantes ecológicos, que no tienen como base ningún metal y que, aunque quizás no sean tan efectivos como los industriales, respetan más la epidermis y los componentes de tu lavadora.

Otra alternativa es usar desodorantes específicos que no dejan color en prendas blancas o aquellos que combinan dicha eficacia con la de colores oscuros. Un dato interesante es conocer que el mal olor tampoco es causado directamente por el sudor, pues en realidad proviene de las bacterias que se alimentan de él. Cuando metes tu ropa a lavar, estás exponiendo tu lavadora a una carga de bacterias importante y, lo creas o no, a pesar de todo el “jabón” que pasa por ella, cuando lava tu ropa, no se está lavando a sí misma.

Una manera de cuidar tu ropa y reducir el uso de detergentes abrasivos en tu lavadora es poner las prendas a remojo en agua durante 20 minutos y, a la hora de lavarla, seguir tanto las instrucciones de lavado de la etiqueta, como las instrucciones de uso de la lavadora: Si te fijas en los compartimientos para detergente, blanqueador y suavizante, verás que se indica la posición de cada uno y el máximo de producto que puedes incorporar. Procura no confundir los compartimientos y respetar dichas cantidades. Así también estarás mejorando la eficiencia del lavado y, por tanto, ahorrando energía.

Si la mancha es persistente, prueba usando un detergente que incluya oxígeno activo. Quitando el posible tirón publicitario que tenga, está demostrado que el oxígeno es un potente agente en la desaparición de manchas de todo tipo. Si se trata de algo muy específico como vino, óxido, humedad o tinta, siempre puedes intentar lavar la prenda afectada por separado del resto, ya sea para aplicar algún “remedio casero” contra esa mancha en concreto o algún producto del mercado especialmente formulado para atacar al principio activo de la mancha. Por lo general, estos productos incluyen sus propias indicaciones, que van desde la aplicación directa sobre la mancha, hasta la incorporación al compartimiento del detergente, y suelen ser respetuosos con el mecanismo de tu lavadora.

Muchas llamadas al técnico se podrían evitar si aprendiésemos una palabra clave: “descalcificar”. El agua que solemos emplear tiende a generar restos de cal en la lavadora (ocurre lo mismo con otros electrodomésticos como cafeteras y planchas) y esto afecta directamente al funcionamiento.

Si bien es inevitable que la lavadora acumule un poco de cal, si seguimos una rutina de limpieza específica para máquinas de lavar conseguiremos mejorar su funcionamiento (lo cual ayuda a cuidar la ropa y a ahorrar energía) y prolongar su vida útil. Esta rutina suele ser sencilla y basta con llevarla a cabo un par de veces cada año: en el mercado existen soluciones y pastillas especialmente creadas para el mantenimiento de este electrodoméstico. Simplemente hay que seguir las instrucciones (que suelen ser, simplemente, echar el producto en el compartimiento del detergente y ejecutar un ciclo de lavado suave) y completar la limpieza con una revisión de los posibles depósitos de suciedad de la lavadora: la goma que asegura el cierre de puertas y el tambor en sí mismo se merecen, cada tanto, un paño húmedo destinado a remover olores y pelusas acumulados tras varias coladas.

A pesar de ser cuidadosos, no siempre se consigue mantener una lavadora funcionando tan plenamente como el primer día. Si tu electrodoméstico ya no es lo que era o, peor, si presenta problemas graves como filtraciones o atascos, con el servicio de reparación de electrodomésticos de los Seguros de Hogar MAPFRE un técnico se desplazará hasta tu hogar y te informará del estado de tu aparato asesorándote para que tomes la mejor decisión entre repararlo o sustituirlo.

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