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Tercera edad: factores demográficos y sociales

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Las relaciones interpersonales, tanto profesionales como sociales cambian debido a la jubilación.
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Montse Queralt
Especialista en Medicina de Familia y Geriatría de MAPFRE

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El envejecimiento de los individuos se refleja en la sociedad en la que viven. En las sociedades avanzadas se observa, paulatinamente desde la revolución industrial y de forma acelerada desde el inicio del siglo XX, un aumento de la proporción de personas mayores de 65 años debido al aumento de la esperanza de vida y a las mejoras higiénicas, sanitarias, nutricionales, laborales, etc. Esto, junto con la disminución de la natalidad, hace que la edad media de la población sea más elevada que en siglos anteriores.

En España la población mayor de 65 años es actualmente 7 veces más numerosa que hace cien años y representa cerca del 17% de la población total. Dentro de este grupo cada vez cobran mayor importancia los mayores de 80 años; es el envejecimiento del envejecimiento. De seguir a este ritmo se espera que en el año 2050 los mayores de 65 años representen el 31% del total de la población.

Consecuencias económicas

Este envejecimiento de la población tiene varias consecuencias; la primera es el aumento de la dependencia de las sociedades, es decir que cada persona activa tiene más personas que dependen de ella, tanto directamente como de forma indirecta a través de los impuestos. El dinero recaudado con los impuestos de los trabajadores, que proporcionalmente cada vez serán menos numerosos, tendrá que repartirse para las pensiones y el cuidado de las personas mayores, que serán cada vez más abundantes. Esto será así si el sistema impositivo y de pensiones sigue igual que hasta ahora y si no cambian las tendencias demográficas.

Pero el envejecimiento poblacional no solo tiene consecuencias sobre la economía, sino que también las tiene sobre las cargas de cuidados efectivos; es decir, al haber más personas mayores, se asume que habrá más dependientes que deberán recibir cuidados.
Otros aspectos demográficos a tener en cuenta en relación con la vejez son el sexo y el estado civil. En la actualidad, entre los mayores de 65 años hay un millón más de mujeres que de hombres y en los octogenarios la diferencia es aún mayor: 2 de cada 3 personas de más de 80 años de edad son mujeres. Con respecto al estado civil, más del 50% de las mujeres mayores de 70 años son viudas y viven solas, mientras que más del 75% de los varones de esta edad están casados y viven con sus parejas.

Distribución geográfica

La distribución geográfica del envejecimiento también nos puede dar muchas pistas para entender las consecuencias sociales de éste. La población mayor es fundamentalmente urbana, pero los núcleos rurales son los que tienen mayor porcentaje de personas mayores. Es decir, en números absolutos hay más personas mayores en las ciudades, pero en los pueblos gran parte de sus habitantes son ancianos. Esto es muy importante a la hora de planificar las necesidades de servicios sociales.

Con la edad, las personas mayores pierden contactos y entramado social, por muerte de familiares y amigos coetáneos, hijos que se independizan (nido vacío), limitaciones, aumento de la dependencia propia y de otros individuos de su entorno, etc. Es relevante la pérdida de ingresos con la jubilación, que también desestructura el uso del tiempo y la percepción del lugar en la sociedad (pérdida del rol laboral).

Y, por supuesto, la dificultad para adaptarse a los cambios tecnológicos, que en los últimos 50 años mantienen un crecimiento exponencial; para una persona que nació con los teléfonos con operadora resulta complicado entender los últimos equipos de telefonía móvil, y si fue testigo del nacimiento de la televisión, ya no es capaz de seguir la evolución de internet y sus aplicaciones.

La tendencia de las personas mayores a convertirse en más introvertidas viene dada por dos conjuntos de causas primordialmente:

  • uno de ellos es, sencillamente, el estrés de los últimos años, siendo la introversión el resultado de la desesperación y de la depresión, así como la falta primaria de red social. Sería una especie de reacción como la de la zorra de la fábula: “no las quiero, no están maduras”.
  • otro es consecuencia del descubrimiento de la riqueza del mundo interior y de la reducida necesidad de responder a las demandas sociales mediante el éxito y la participación.

Esta desocialización se registra como uno de los principales problemas percibidos por la gente mayor. Según varios estudios la desadaptación social afecta con mayor intensidad a varones, que demandan mayores contactos sociales, mientras que las mujeres dependen más de los contactos familiares.

El retraimiento social, aunque en principio puede iniciarse por parte del anciano, a menudo se ve acrecentado por la indiferencia del entorno, lo que conlleva la aparición de la dependencia de las personas mayores. El romper este aislamiento de forma adaptada y compensada es un reto básico para un envejecimiento socialmente saludable.

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Publicado por Montse Queralt
- 3 Nov, 2021
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