Los mamíferos, a lo largo de miles de años de evolución, hemos desarrollado músculos abdominales que nos ayudan a movernos, juegan un papel fundamental en la postura y forman una barrera sólida para proteger los blandos órganos digestivos que tenemos en nuestro interior.
Pero, a veces, una separación entre los músculos abdominales permite que se ‘cuele’ una parte de los intestinos entre ellos. Esto se conoce como una hernia umbilical, ya que esa zona y aledaños es donde se suele producir este fenómeno. En los humanos las hernias intestinales aparecen en la zona de las ingles (la frontera de los músculos abdominales), pero en los perros, es frecuente que sean en la mitad del vientre.
Las hernias umbilicales en perros suelen aparecer cuando son cachorros, cuando sus músculos aún no están desarrollados y tienen la fuerza necesaria para mantener los contenidos dentro del torso. Si estás a punto de adoptar un animal de una protectora, será obligatorio someterle a una cirugía de esterilización: puedes pedir al veterinario que aproveche el procedimiento para eliminar la hernia umbilical si la tuviera. De esta manera, le ahorrarás a tu perro un pre-operatorio, una dosis de anestesia y el post-operatorio, al juntar varios procedimientos en uno.
Por norma general, este tipo de hernias tienen varios grados de complicación. Si no son complicadas, son simplemente un bulto en el vientre de nuestro peludo amigo, que parecerá tan contento como de costumbre. Sin embargo, si se complica, pueden tener serias repercusiones.
Si se ha apresado una sección considerable del intestino entre los músculos de nuestro perro, los síntomas más frecuentes que suelen presentar son hinchazón en la zona, normalmente caliente y adolorida; vómitos; falta de apetito; estreñimiento e, incluso, depresión.
Aunque una hernia umbilical puede aparecer por casualidad, se han relacionado con factores genéticos: hay razas como los Airedales, Pekineses o Basenji que muestran mayor predisposición a que se formen hernias en sus vientres. Por otro lado, una de las mayores causas de formación se debe a algún traumatismo (golpes que se haya dado nuestro perro en el vientre).
En los cachorros, si su cordón umbilical no ha sanado correctamente, grasas y otros tejidos se pueden insertar en el anillo donde estuvo situado su cordón, formando la hinchazón típica de estas hernias.
Es importante acudir al veterinario en cuanto se detecte esta condición en nuestro perro, ya que, si el tracto intestinal está estrangulado, impidiendo el riego sanguíneo, el tejido podría morir. Esto genera que la toxicidad de las células muertas produzca un fallo renal o hepático, que podría traducirse en la muerte de nuestro perro en 24 o 48 horas.
Sin embargo, este tipo de hernias son las más complicadas y grandes y las que serán más dolorosas para nuestro perro. A menudo, las hernias en cachorros sanan con su crecimiento. Si se mantiene la hernia después de sus cuatro meses de edad, lo más sensato sería eliminarla quirúrgicamente.
La operación es bastante sencilla: simplemente consiste en reintroducir el segmento intestinal en el vientre de nuestro perro y suturarlo después. Evidentemente, es una operación que debería llevar a cabo un veterinario experto, y como ya hemos comentado, suele ser un buen momento para aprovechar y esterilizar a nuestro perrito.
Por ello, siempre es aconsejable tener un trato frecuente con nuestro veterinario, como profesional, sabrá qué es lo mejor para nuestros compañeros. Afortunadamente, las visitas al veterinario están incluidas en los Seguros de Mascotas MAPFRE, sin importar si son centros concertados o nuestras clínicas favoritas.
Asegúrate de que tu perro tiene una buena póliza y llévalo al veterinario si crees que el bulto de su abdomen podría ser una hernia. Si se le complica, podría llegar a morir.